12 de mayo es Día Internacional de la Fibromialgia, fecha en la que también se celebra el síndrome de Fatiga Crónica. Ambas patologías presentan síntomas que pueden provocar desde dolores intensos hasta un cansancio extremo que, en algunas ocasiones, pueden ser incapacitantes.
La fibromialgia es una enfermedad crónica que se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado, fatiga, trastornos del sueño y rigidez en las articulaciones. Se trata de una enfermedad frecuente que padece entre el 2% y el 3% de la población, afectando en 9 de cada 10 casos a mujeres. La enfermedad tuvo que esperar hasta 1992 para ser etiquetada como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En su inmensa mayoría las afectadas son mujeres
En España el número de personas afectadas oscila entre las 276.000, según datos del INE del año pasado y 1.100.000, según el estudio EPISER (2000 y 2016) de la Sociedad Española de Reumatología. Siguiendo a este último, estaríamos ante una prevalencia del 2,4% de la población, siendo en su inmensa mayoría mujeres.
Según el trabajo Impacto social y familiar de la fibromialgia, un documento de consenso de la Sociedad Española de Reumatología, “esta enfermedad se ha convertido en un problema de salud pública de primer orden por varias razones: la alta prevalencia en la población adulta, especialmente en las mujeres, el hecho de no se conozcan con exactitud ni sus causas ni los mecanismos que la producen, la falta de un tratamiento curativo y la gran insatisfacción que produce en las personas que la padecen y en los profesionales sanitarios”.
Conocer los síntomas ayuda a distinguir la enfermedad
Los síntomas de esta enfermedad según los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos incluyen dolor de cabeza, incluyendo migrañas, y dolor en el rostro o mandíbula, incluyendo una afección conocida como trastorno de la articulación temporomandibular. Además, síndrome del intestino irritable, depresión y ansiedad, fatiga y cansancio, insomnio, problemas cognitivos y hormigueo en manos y pies, entre otras.
Por su parte, el síndrome de fatiga crónica engloba diversos trastornos en los que el sistema nervioso central se vuelve hipersensible al dolor. Algunas de sus síntomas son fatiga severa que no mejora con el descanso, problemas para dormir, dificultad de concentración, dolor, mareos y malestar tras esfuerzo que empeora después de cualquier actividad física o mental.