Cómo recuperar el olfato tras el covid es la pregunta que se hace uno de dos personas contagiadas por el virus. Según recientes estudios, aproximadamente la mitad de los enfermos perdieron el sentido del olfato durante el curso de la infección. Para la mayoría, se trata de una pérdida temporal de la función. Pero una parte considerable experimentará problemas a largo plazo. Se estima que el 95 por ciento de los pacientes con COVID-19 que habían perdido el sentido del olfato lo recuperaron sin ningún tratamiento en el plazo de seis meses.

Ésta puede persistir por un tiempo más duradero, teniendo algunos efectos importantes en la vida cotidiana. Entre ellos es el aumento del riesgo de contraer enfermedades por la ingesta de alimentos en mal estado. Además, el gusto también se vería afectado. La mayor parte de lo que se come tendrá poco o ningún sabor y será difícil de diferenciar entre dulce, salado, amargo o ácido.

La pérdida del apetito es otra de las consecuencias, ya que cuando no se pueden oler los aromas de un plato es menos probable que se tenga hambre. Esto podría provocar que al principio se adelgace, pero también puede derivar en un aumento del peso corporal, si el individuo comienza a buscar el placer de otros estímulos relacionados, como la textura de un helado o, por ejemplo, en el crujido de los snacks y alimentos fritos. Por último, la disfunción del olfato a menudo se relaciona con síntomas de depresión y, en el peor de los casos, puede derivar en un problema de salud mental.

Entrenamiento olfativo

En el caso del el SARS-CoV-2, el virus causante del covid, no se infectan directamente las células que participan en la detección de los olores. Para defender al organismo, las células inmunitarias generan proteínas antivirales que, según un estudio de Cell de 2022, pueden disminuir la actividad de los genes necesarios para construir los receptores de olores en estas neuronas detectoras de olores, lo que conduce a la pérdida del olfato.

Además de la pérdida de olfato común, puede haber otros tipos de alteraciones olfativas que afectarían en un mayor grado el afectado. Entre ellos serían la poliposis y las anosmias postraumáticas, tóxicas, degenerativas o congénitas.

El único tratamiento que tiene algún efecto demostrable en estos casos es el entrenamiento del olfato. Es una forma de fisioterapia para la nariz que consiste en una terapia de exposición. Se utilizan olores domésticos comunes (limón, plátano, rosa, eucalipto, coco o vainilla) que deben ser olidos por el paciente durante unos 10 minutos mínimo, cada mañana y tarde. El objetico es estimular de forma repetida el sentido. En general, los pacientes suelen notar mejoría entre los tres y los seis primeros meses. Un proceso lento pero necesario que ayuda acabar con una de las secuelas más frecuentes que deja el covid.