Algunos edulcorantes no nutritivos deben ser utilizados con moderación, ya que pueden afectar al metabolismo. Es lo que sugiere un estudio reciente presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Bioquímica y Biología Molecular en Filadelfia. El objeto de análisis fueron dos sustitutos del azúcar: el acesulfamo potásico y la sucralosa. La conclusión a la que llegaron los científicos es que ambos edulcorantes alteraban la función de una proteína que desempeña un papel vital en la desintoxicación del hígado y el metabolismo de ciertos fármacos. “Observamos que los edulcorantes afectaban a la actividad de la PGP en las células del hígado en concentraciones esperadas por el consumo de alimentos y bebidas comunes, muy por debajo de los límites máximos recomendados por la FDA”, argumenta la doctora Stephanie Olivier Van-Stichelen, que dirige el equipo de investigación. La FDA, la agencia gubernamental estadounidense, responsable de la regulación de los alimentos y los medicamentos, recomienda que los edulcorantes no nutritivos se mantengan por debajo de una cantidad de ingesta diaria aceptable. Ésta variaría en función del peso corporal de la persona. Sería equiparable, por ejemplo, a la toma diaria de 35 refrescos dietéticos para el acesulfamo de potasio y a ocho refrescos dietéticos para la sucralosa. Esta cantidad mínima es difícil de calcular, puesto que los fabricantes de alimentos están obligados a enumerar los ingredientes, pero no la cantidad de edulcorante utilizado.

Alimentos en los que se utilizan edulcorantes químicos

Algunos edulcorantes no nutritivos, como el acesulfamo potásico y la sucsralosa, deben ser utilizados con moderación. Se obtienen a partir de procesos químicos y no tienen origen natural. No aportan calorías o muy escasas, no tienen valor nutritivo, ni dan energía al organismo. Únicamente endulzan el alimento de forma artificial. El primero de ellos, el acesulfamo potásico, es un edulcorante denominado internacionalmente con el código E950. Es un aditivo muy utilizado en alimentos con sabor dulce y es 200 veces más intenso que la sacarosa, el azúcar de mesa. Se encuentra en refrescos sin azúcar, licuados, bebidas para recuperar electrolitos, productos horneados y aderezos para ensaladas. El segundo, la sucsralosa, es un organoclorado utilizado como edulcorante común de los alimentos. Actúa en los receptores del tracto gastrointestinal. Produce el sabor dulce y estimula la secreción hormonal. Su poder edulcorante es hasta 650 veces mayor que la sacarosa. Suele ser utilizado en la fabricación de bebidas, refrescos y chicles sin azúcar. Se utiliza también en sodas energizantes dietéticas, bebidas de sabores o deportivas, púdines y gelatinas sin azúcar o salsas de tomate sin azúcar.