Cerca del 15% de la población sufre TCA o trastornos de la alimentación, según el estudio “Eating Behaviour” de Frontiers in Psychology. Se trata de psicopatologías relacionadas con la obsesión por el peso, la imagen y la dieta. Las más conocidas son la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón.
Se calcula que en España alrededor de 400.000 personas tienen algún TCA. De ellos 300.000 son jóvenes de entre 12 y 24 años. Los adolescentes son un grupo especialmente afectado por la pandemia, ya que no han podido realizar la transición normal hacia esta etapa importante de la vida que en muchos casos guarda vínculo directo con la aparición de este tipo de trastornos.
Según la Fundación Fita y de la Asociación española para el estudio de TCA, este tipo de trastornos suponen la tercera causa de enfermedad crónica entre los adolescentes. Las mujeres son afectadas en mayor medida. Uno de cada cuatro pacientes muestra resistencia al tratamiento y evoluciona hacia la cronicidad, mientras que seis de cada diez tienen tendencia a la recaída.
Uno de cada cinco personas con anorexia nerviosa comete intento de suicidio
Entre los diferentes trastornos, la anorexia nerviosa es el trastorno psiquiátrico con mayor nivel de mortalidad directa. Surge cuando se come muy poco e insuficiente y se pierde cerca de un 25 por ciento del peso corporal.
Hasta el 20% de las personas que la sufren comete intentos de suicidio. Además, la anorexia nerviosa puede provocar un ritmo cardiaco lento (bradicardia), causar hipotensión ortostática, arritmias, hipoglicemia, fallo hepático, alteraciones hormonales, osteopenia, dilatación gástrica y muerte súbita, entre otros riesgos.
En este sentido, las redes sociales son las que preocupan especialmente los expertos por su relación con la obsesión por el aspecto físico y el peso corporal. El uso de estas plataformas a una edad cada vez más temprana ha contribuido para el aumento de los trastornos de la alimentación y sus riesgos asociados. Todo ello hace necesario generar conciencia de lo que significa realmente un trastorno de conducta alimentaria y cómo afecta el entorno social y familiar de la persona que lo padece.
Señales de alerta
No obstante, existen signos que pueden avisar del desarrollo de un posible trastorno de conducta alimentaria. Las familias deben ser atentas a la aparición de señales como la preocupación excesiva por la comida o por la restricción importante de la ingesta. También cuando se come muy de prisa o se aplastan los alimentos o se cortan en pequeñas cantidades. Si se come a escondidas o se evitan las reuniones sociales entorno a la mesa, sería una clara señal que algo ocurre. Asimismo, cuando se va de inmediato al baño tras finalizar la comida o se esconden alimentos por la casa. Las mentiras y las conductas manipuladoras entorno a la alimentación son un factor a tener en cuenta. Otros signos que nos saquen de dudas pueden ser la variación llamativa del peso, el uso de laxantes o diuréticos, alteraciones del comportamiento o del estado anímico y el aislamiento social.