El 20% de los catarros en verano son a causa del aire acondicionado, indica un estudio de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Un uso inadecuado de este electrodoméstico puede causar no sólo catarros, sino también dolores de garganta, faringitis, laringitis o bronquitis.
Mucha gente cree que los síntomas del resfriado de verano son peores que los de invierno. Eso se explica con la forma en la que actúa el enterovirus, un microorganismo que suele provocarlos. Suele generar síntomas como la congestión nasal, fiebre, molestias estomacales y musculares, o dolor de cabeza.
Para evitar mayores problemas, es importante tener el aire acondicionado siempre a temperatura constante, evitando una exposición demasiado prolongada al chorro de aire frío.
Lo ideal sería mantener la temperatura del aire acondicionado entre los 24 y los 26 grados por el día, según el grado de humedad, y nunca por debajo de los 22 grados. Además, conviene tenerlo apagado por la noche. Teniendo en cuenta que el aparato rebaja la humedad del ambiente, es importante mantener una hidratación corporal óptima.
El 20% de los catarros en verano son a causa del aire acondicionado también por la acumulación de gérmenes en los filtros. Por esta razón sería recomendable cambiarlos y limpiarlos al menos una vez al año. Hay que recordar que este electrodoméstico que utilizamos para refrescarnos puede resecar nuestras mucosas y con ello, disminuir nuestra barrera natural de defensa, reduciendo así su capacidad para impedir la entrada de gérmenes.
TOMAR SOL PROTEGE FRENTE A INFECCIONES
Tomar sol sería la mejor forma de activar la producción de vitamina D. Entre otros beneficios, previene las infecciones respiratorias. Eso sí, en verano es importante hacerlo fuera de las horas centrales del día y se debe hacer siempre utilizando adecuada protección solar.
Además, se sabe que la luz solar estimula el movimiento de los linfocitos T que juegan un rol importante en la respuesta del sistema inmunitario ante el ataque de gérmenes.
Por último, no hay que olvidar que tomar sol ayuda en la producción de la serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad”, de la que en gran parte depende nuestro bienestar emocional.