El déficit de yodo en embarazadas afectaría al bebé y, de cara al futuro, su capacidad intelectual. En el resto de personas adultas puede afectar a la glándula tiroides.

Está demostrado que las hormonas tiroideas de la madre influyen en el desarrollo del sistema nervioso central del niño, por lo que es muy importante asegurar que la función tiroidea es adecuada durante el embarazo y en los primeros años de vida. Dado que las hormonas tiroideas están hechas a partir de yodo, un elemento que nuestro organismo no produce, es necesario asegurar un aporte suficiente con la dieta. En este sentido, la sal yodada sería una mejor opción que la sal de mesa que no contiene yodo.

Según la legislación técnico sanitaria española, la sal yodada es aquella a la que se le ha añadido yoduro potásico u otro derivado autorizado.  Algunos productos del mar, como los mariscos, las algas y el pescado son ricos en yodo, al igual que los lácteos y los frutos secos. No obstante, si hay déficit de yodo, se aconseja evitar alimentos como las coles o los nabos que tienen sustancias que dificultan el trabajo del tiroides.

La sal yodada es beneficiosa para la salud de la glándula tiroides

La sal es la principal fuente de sodio en nuestra alimentación. No obstante, la OMS recomienda limitar el consumo de sal a 5 gramos diarios en una persona adulta. Un consumo excesivo aumentaría la tensión arterial y el riesgo de enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular o infarto de miocardio. Sin embargo, si se utiliza la sal yodada en lugar de la común, se podría cumplir con las necesidades de la población sin sobrepasarlas, ya que el producto final contiene 60 miligramos de yodo por cada kilogramo de sal y es beneficioso para la salud de la glándula tiroides.