La enfermedad renal está entre las diez primeras causas de muerte, pero, visto su aumento, se espera que para 2040 esté entre las primeras cinco, según la OMS
Los casos de enfermedad renal crónica han aumentado un 30 por ciento en la última década. Se estima que en la actualidad uno de cada siete adultos en España la padece y se espera que en menos de dos décadas será una de las primeras cinco causas de mortalidad.
Aumento de los enfermos renales por Covid-19
A esta patología con síntomas difíciles de diagnosticar en su estado inicial se le conoce como “la epidemia silenciosa”, una razón que explica la necesidad de establecer políticas de prevención y diagnóstico precoz. Tiene un impacto global sobre la salud y la calidad de vida de quienes la padecen y guarda relación con otros factores de riesgo, como la diabetes, la enfermedad cardiovascular, la obesidad o la hipertensión arterial.
Además, la pandemia por covid-19 ha dejado en evidencia la vulnerabilidad de estos pacientes, cuya respuesta inmune con la vacuna es menor. Sólo en 2020 en nuestro país se han producido más de 5.800 fallecimientos de personas que se encontraban en tratamiento renal sustitutivo, de diálisis o trasplante.
En esta línea, Daniel Gallego, presidente de la Federación Nacional ALCER de pacientes renales, ha señalado que la inmensa mayoría de la población en diálisis no trabaja, porque resulta muy difícil compatibilizar el tratamiento con el trabajo. “El 70% de los pacientes que van a entrar en diálisis, creen que se van a morir, y a todo ello se le suma el riesgo de exclusión social por el cumplimiento terapéutico, pérdida de productividad y capacidad económica, impacto en la salud mental, restringida participación social, limitación del estilo de vida, restricciones nutricionales, además del impacto psicológico de depender de una máquina para vivir 3 veces por semana”, ha afirmado.
Pacientes en diálisis domiciliaria se plantean dejarlo por el precio de la luz
Con el reciente incremento del precio de la electricidad muchos pacientes en diálisis domiciliaria se plantean volver a dializarse en el hospital, porque no le ocasiona ningún gasto. “Están rechazado el tratamiento domiciliario, sabiendo que para ellos es la mejor opción, porque el precio de la luz está desestabilizando su economía”, señala Patricia de Sequera, presidenta de la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N). Están enganchados a una máquina tres horas diarias, un mínimo de cinco días a la semana. En el caso de los niños, en diálisis peritoneal, son ocho horas seguidas mientras duermen.
En esta dirección y por el motivo del Día Mundial del Riñón, celebrado el pasado 10 de marzo, han demandado a los grupos parlamentarios que legislen promoviendo permisos retribuidos para las personas que donan un riñón, así como ayudas para los pacientes en técnicas domiciliarias, de modo que no tengan que pagar por el sobrecoste en el pago de la luz que supone recibir el tratamiento en casa.