Envases sostenibles de residuos agrícolas han creado investigadores españoles para contribuir a la economía circular. Con este fin utilizaron semillas y piel de frutas, entre ellas tomates, sandías y manzanas. El objetivo es aprovechar sus compuestos de alto valor para crear envases para uso alimentario y de higiene personal.

Se trata de un proyecto internacional financiado con fondos europeos en el que participaron investigadores de ocho países, entre ellos el grupo de Análisis de Polímeros y Nanomateriales de la Universidad de Alicante.

Los investigadores españoles han extraído los compuestos activos presentes en los residuos agroalimentarios y, mediante técnicas de extracción sostenibles basadas en microondas y ultrasonidos, han conseguido obtener nuevos extractos de alto valor añadido. Esto les ha permitido el desarrollo de recubrimientos antimicrobianos y antioxidantes para productos de higiene personal como pañuelos de papel.

También han desarrollado plásticos para el envasado de productos frescos. Su ventaja es que permiten que los alimentos tarden más tiempo de degradarse. Han usado estas sustancias en envases de cartón de un sólo uso para crear bandejas, platos y vasos con propiedades de barrera al agua mejoradas.

En resumen, los productos desarrollados con los compuestos extraídos de semillas y piel de frutas son reciclables y biodegradables. Sus ventajas son indiscutibles: contribuyen a reducir los plásticos de origen petroquímico, requieren un menor uso de combustibles fósiles, producen menos aguas residuales, contaminan en menor grado el aire y se descomponen de forma natural. Porque el gran reto ante la industria alimentaria es dejar atrás la economía lineal que produce, usa y tira en una economía circular donde todo se recicla.