La actividad física después de los 40 años de edad es clave en la prevención de muchas enfermedades no transmisibles. Ayuda a controlar las patologías cardíacas, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes, la hipertensión y algunos tipos de cáncer. Además, juega un papel importante para mantener un peso saludable, tener un bienestar emocional y mejor calidad de vida. Según la OMS, “se podrían evitar hasta 5 millones de fallecimientos al año con un mayor nivel de actividad física de la población mundial”.
La disminución de la masa muscular a partir de cierta edad puede afectar el movimiento y el equilibrio de la persona. Puede producir debilidad, dolor en los músculos y articulaciones y conllevar a sufrir caídas. Por eso, los representantes de ambos sexos deberían ejercitarse después de los 40. Los que no son amantes de los gimnasios, pueden realizar caminatas intensas, paseos en bicicleta o natación.
“Los hombres que comienzan a hacer deporte por primera vez en su vida pasados los 40 o los 50 reducen la elevadísima probabilidad que tienen los sedentarios de padecer un infarto a menos de la mitad”, según un estudio, realizado por el departamento de cardiología de la Universidad de Oslo y coordinado por Erik Prestgaard.
En el caso de las mujeres, con la actividad física a partir de los 45 se obtienen muchos beneficios, debido a la caída de los estrógenos y la entrada en la menopausia. En especial, el ejercicio de fuerza es el más eficaz a la hora de prevenir los problemas de osteoporosis que se puedan generar a partir de esta etapa.
Con este tipo de rutina deportiva se evita la acumulación de grasa en ciertas zonas, se protege el sistema cardiorrespiratorio ante la posibilidad de accidentes cardiovasculares y se mantiene la densidad mineral ósea del cuello del fémur.