Reducir las ojeras rejuvenece la mirada, ya que a partir de los 30 años una de cada dos mujeres nota la aparición de bolsas bajo los ojos. El estrés, la falta de sueño, la genética o la edad pueden acentuar el cansancio en nuestro rostro, lo que explica la necesidad de realizar algunos retoques estéticos. No obstante, hay que saber que no todas las ojeras son iguales y en función de su tipología requieren un tratamiento específico.
Si destacan por su hundimiento bajo la zona del ojo, se puede recurrir a infiltraciones de ácido hialurónico (AH). Si se caracterizan por una pigmentación marrón, deben ser tratadas con peelings químicos o láser. Pero si se percibe un color morado de tipo vascular, lo ideal sería tratarlas con carboxiterapia para oxigenar la zona y así facilitar la circulación sanguínea y linfática.
Tratamiento con ácido hialurónico
En el caso de que el ojo se ve hundido, con un color de bajo oscurecido tipo sombra, se puede rellenar y mejorar esa área con infiltraciones de ácido hialurónico. El AH es una molécula presente en nuestro propio organismo que con la edad empieza a escasear. Destaca por su capacidad de captar agua, hasta mil veces su peso, actuando como una esponja. Esto lo convierte en un material de relleno perfectamente tolerado por el cuerpo a la hora de buscar un aspecto de la piel más joven, tensa, luminosa y sin arrugas tan marcadas.
Mediante una aguja fina se realizan unos pinchacitos en la zona del surco de la ojera. Se inyecta el AH y con un suave masaje se distribuye dentro del canal ocular. Así se consigue mejorar la elasticidad de la piel, se recupera el volumen de la zona y se reduce la concavidad. La luz se refleja de forma más homogénea, ayudando a eliminar las antiestéticas sombras.
La primera aplicación dura entre 8-10 meses, debido a que la zona presenta mayor déficit y debe hidratarse desde cero. Después, se pueden hacer infiltraciones una vez al cabo de 12-18 meses.