Reforzar las defensas ayuda afrontar el otoño con salud. El cambio brusco de temperaturas en esta época del año puede provocar alteraciones en el sistema inmunitario y debilitar nuestro cuerpo a la hora de defenderse de las bacterias. La gripe, la bronquitis, la faringitis o la neumonía son patologías que proliferan durante las temporadas de frío. No hay que olvidar que estos virus se reproducen mejor cuando bajan las temperaturas.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren en el mundo hasta 650.000 personas por enfermedades respiratorias relacionadas con la gripe estacional.

Los expertos inciden en la importancia de mantener un estilo de vida saludable que incluya una buena alimentación, práctica deportiva y una buena rutina de sueño, así como una buena vigilancia del peso para mantener un estado óptimo de salud.

Consejos para cuidar las defensas

La buena alimentación es esencial para mantenerse sano. Una dieta saludable y rica en frutas y verduras, más una correcta hidratación a base de agua, caldos e infusiones será de gran beneficio para nuestras defensas.

La práctica de ejercicio físico de forma regular ayudaría a prevenir enfermedades y a mantener una buena forma física. Si se practica deporte al exterior, hay que evitar que el cuerpo se enfríe por el sudor y llevar ropa adecuada. Las prendas de algodón están desaconsejadas, ya que no son transpirables y absorberán la humedad creando el sensación de camiseta mojada.

Los contrastes de frío y calor en el ambiente no tardan en generar constipados. Por esta razón, siempre estaría bien poder quitar y poner capas de ropa en función de la necesidad. Llevar prendas de abrigo resistentes al viento y a la humedad, así como tapar las zonas del cuerpo más susceptibles de congelación (cabeza, manos y pies) resulta clave para garantizar el cuidado de las defensas.

Los hábitos de sueño saludables son otro de los pilares para el buen desarrollo del sistema inmunológico. Dormir las horas necesarias aumenta la capacidad del organismo de defenderse ante una infección futura.

El estrés es otro factor que, al prolongarse mucho tiempo, podría debilitar nuestras defensas.

La buena higiene, limpieza y la frecuente ventilación dentro del hogar ayuda mantener los espacios libres de virus y bacterias. Además, no convendría poner la calefacción a tope, porque reduce la sequedad ambiental.

La ingesta de algunos suplementos y probióticos puede mejorar el equilibrio microbiano intestinal, estimulando el sistema inmune, como el yogur, el kéfir, el própolis o la jalea real.