Stresslanxing o el intento frustrado de relajarse es una modalidad de estrés más compleja. Se da cuando a la hora de disfrutar de nuestros momentos de ocio, nos vemos incapaces de relajarnos, porque nuestra mente se está agobiando y anticipando con todo lo que tiene por hacer. Se puede sentir malestar, pensamientos negativos, incomodidad, ansiedad y hasta problemas de sueño.

En los últimos años el fenómeno del stresslaxing se ha incrementado, debido a la digitalización del mundo laboral. Ahora, estamos conectados 24 horas al día al móvil, al correo y las plataformas de intranet profesionales. Hace décadas la Asociación Americana de Psicología (APA) calculó que entre un 30% y 50% de la población padecía stresslaxing cuando intentaba relajarse. Ahora el número afectados es mucho mayor, así como el aumento de los problemas de ansiedad relacionados con este tipo de estrés. Debido a su envergadura, en el año 2020 el diccionario digital inglés Urban Dictionary incorporó una entrada sobre el término.

Los motivos principales de este incremento entre la población que padece stresslaxing son la dificultad de desconectar en la vertiginosa sociedad en la que vivimos, conectados y localizados en todo momento, y la presión social de alcanzar la perfección en todo lo que hagamos, que se ve potenciada a través de las redes sociales. En la mayoría de las ocasiones está vinculado con el tecnoestrés.

Pautas para desconectar

El stresslanxing nos impedirá a disfrutar de una cena de amigos, porque estamos pensando en la reunión de trabajo el lunes. O cuando seguimos pendientes de las alertas de notificaciones del correo electrónico en el móvil, por si se trata de alguna urgencia laboral. También pasa cuando no somos capaces de seguir un capítulo de la serie que tanto nos gusta. O cuando no te puedes quedar un rato quieto, tomando el sol en el parque mientras te relajas y no paras de pensar en todo lo que hay que hacer.

Entre las pautas para combatir el stresslaxing son el ejercicio físico, la meditación o el yoga que pueden contribuir a generar esa desconexión necesaria. La vida social o eventos musicales y culturales también ejercen un efecto similar, contribuyendo al bienestar emocional. En general, habría que abrirnos a todo aquel ocio que se disfruta y nos puede ayudar a desconectar de las obligaciones laborales y las redes sociales. Por ello, quizás, lo primero que hay que hacer es olvidar en casa el móvil de trabajo y silenciar el personal. En otras palabras, desconectar y centrarnos en relativizar para intentar disfrutar al máximo del momento.