Uno de cada 10 españoles toma 5 o más medicamentos al día. Esta proporción se triplicó entre 2005 y 2015, según el mayor estudio publicado hasta la fecha. Los pacientes que toman 10 o más fármacos se multiplicaron por diez en esos años y ya suponen en uno por ciento de la población. Las estadísticas indican que en su mayoría son mujeres y que la toma de múltiples medicamentos se da conforme aumenta la edad.

Los expertos en medicina de familia recalcan que muchas veces fármacos prescritos por un problema puntual permanecen en el recetario durante años. A veces esto sucede por consultar a varios especialistas o por salir del servicio de urgencias con tratamientos que a veces se duplican con otros que ya toma el paciente. Por ello, los médicos de familia instan en revisiones periódicas y en la deprescripción de los medicamentos que ya no se necesitan tomar. Abandonar algunos tratamientos bajo supervisión médica se ha convertido en la última década en una de las prioridades del sistema sanitario. Está demostrado que a mayor número de fármacos existe mayor riesgo de efectos secundarios e interacciones y peor adherencia a los que realmente son necesarios.

Riesgos del exceso de medicamentos

Cada vez hay más evidencias científicas que muestran una menor efectividad o un mayor riesgo de efectos secundarios en el uso de medicamentos diversos durante un tiempo muy prolongado. Un problema que se agrava en nuestro país, donde uno de cada 10 españoles toma 5 o más medicamentos al día.

El uso abusivo de benzodiacepinas es un claro ejemplo de esto. Son medicamentos que se utilizan para tratar, entre otras afecciones, la ansiedad, el insomnio y las convulsiones. Suelen estar indicadas para periodos no superiores a 12 semanas, pero a menudo se cronifica. Esto es un grave error, ya que está asociado a deterioros de la funcionalidad y un mayor riesgo de caídas.

Los antidepresivos y los antipsicóticos también están en el foco de atención de los médicos de familia. Las guías clínicas dicen de éstos últimos que hay que tomarlos en menores dosis y por un tiempo determinado. “Son fármacos que tienen efectos secundarios graves, entre ellos la muerte y accidentes cerebrovasculares. También vemos a pacientes que toman antiinflamatorios de forma inadecuada, que necesitarían una reducción gradual de dosis de opioides o que toman inhibidores de la bomba de protones, como el omeprazol, de forma crónica cuando no hace falta”, apunta Mara Sempere,  miembro del grupo de trabajo de utilización de fármacos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc).

Por todo ello, se aconseja que periódicamente el médico de familia revise lo qué está tomando el paciente para ajustar la dosis o cambiar el medicamento, si es necesario. Hay pastillas que están indicados a una edad, pero pueden estar contraproducentes a otra.